¡Una maldición son las mujeres!

¡Una maldición son las mujeres! Por donde sea que las mires no pueden significar otra cosa que una maldición, las hay asesinas al amanecer, te quitan la vida por las mañanas, te roban el alma con el “Buenos días”, te quedas atrapado en casa sin importar un futuro, qué más da el trabajo si ella también ha decidido quedarse, -Que mi jefe se vaya al diablo -Así como al diablo se está yendo la vida... junto a ella, en su paz diabólica inexplicable.

Las hay guerreras, de puños destructivos para abrir paso para su camino y el de sus aliadas, las mujeres son una maldición, eso es indudable, revolucionarias enfrentadas a cualquier sistema, con fortaleza desmedida encerradas en el cuerpo pulcro y bello de una falsa ninfa, bestias de poder, mentirosas.

Las hay provocativas, pero todas provocadoras, de cambios, de revueltas, mujeres de decisiones opuestas a quien de forma vacía ha decidido controlarlas, un cáncer de la tiranía, un mal degenerativo de las enfermedades machistas de nuestro antiguo reino, pero reinas del nuevo infierno, de ese en que arderemos los que nos hemos opuesto. Infierno en el que he decidido arder, morada de los que habremos pisoteado sus ideales y sus libertades, residencia de su feminismo, un averno opuesto al paraíso imaginario de los hombres, y que para gracia de todos, esta vez no será destruido por un diluvio colosal, sino más bien por el fuego de sus palabras enfurecidas.

En definitiva, las mujeres se han convertido en una maldición a los ojos de a quienes les parece inconveniente, una maravillosa maldición que por fin trasciende y que se empodera en un mundo “diseñado para hombres”, no podíamos esperar lo contrario, hemos escuchado siempre el tamboreo a la puerta y no hemos querido abrir, les llegó el momento de soltar la patada porque no existe otra opción, basta de amores, de consideraciones, basta de congraciarnos en su feminidad y belleza, hemos despertado al diablo, no tiene cara de ángel, está furiosa, y deberían saber mujeres que muchos estamos dispuestos a arder.





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