"La vida no es un ensayo aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soƱemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo; eso es, un movimiento perpetuo."
Augusto Monterroso.
Tal parece que, a veces, para ganarlo todo, con las ganas es suficiente, asĆ pues, en
una nueva edición de masa crĆtica de Babelio en espaƱol volvimos a ser ganadores,
y mira de que joya esta vez, un pequeƱo ejemplar de editorial ERA, de Augusto Monterroso,
Movimiento Perpetuo.
Es primordial hacer queja para la elaboración de la presente
reseña pues me topé con una gran dificultad, y es que, ¿Cómo elaboras una
reseƱa de quien ademƔs de ser conocido por su narrativa breve, se caracteriza
por la observación de la cotidianeidad? esta observación que apenas trasciende gracias
al talento innato de un tito monterroso que imprime el arte a textos cuyo
contenido es, por ejemplo, la explicación de cómo se deshizo de 500 libros de su biblioteca para tratar de laxarse de una acumulación que habĆa perdido el sentido.
El contenido de este pequeƱo compilado de observaciones es
una infaltable lista de charlas que seguramente hemos tenido con nosotros
mismos en algĆŗn momento, la crĆtica al ajeno que termina, a veces, en la
propia critica, la paradoja de la observación, del chismorreo, del juicio ajeno
frente al propio, ejemplifico lo que digo con uno de los cuentos encontrados en
esta publicación, āBajo otros escombros, PĆ”g. 79ā
un tipo, luego de desconfiar de su mujer, la sigue hasta un motel en donde se
queda esperando para encontrarla con su amante en la salida, un grupo de amigos
en un edificio cercano lo comentan mientras observan el sufrimiento del dudoso,
mirƔndolo sufrir, con cierto interƩs por conocer el desenlace de
dicho tormento, apunta entonces Monterroso el dedo hacia el observador, mirando
fijamente, sumergiƩndolo en el miedo ajeno de no saber donde se encuentra tu
mujer, razón por la que quizÔ observas con tus amigos imaginando que por
gracia no eres tú, y, si todo sale bien, quizÔ entonces te alegres porque habrÔs
salido bien librado tambiƩn esa noche de no ser traicionado.
Este es tito Monterroso y estos son los textos contenidos en
su Movimiento perpetuo, en donde igual hace un homenaje a Masoch, PƔg. 33 a travƩs de la
muestra de la mĆ”s simple de sus rutinas diarias, una belleza, una chula platica de su inmersión en las olimpiadas Palindromas en los que nunca fue ganador (OnĆs es asesino, PĆ”g. 69), que un ensayo acerca de la fuga de cerebros y
el temor de Latinoamérica a perder los pocos producidos (La exportación de cerebros, PÔg. 39), y que remata enamorÔndote
de los textos de Jorge Luis Borges a travƩs de su propia historia, contƔndote ademƔs
lo renuente acercarse a sus textos, lo
difĆcil de entenderlo, hasta que, habiĆ©ndose atrevido y forzado a entenderlo no
volvió a separarse de sus cuentos; Dicho
escrito me bastó ademÔs para hacer lo mismo que Augusto Monterroso e ingresar en el mundo
Borgiano, esto, acompaƱado de los beneficios y maleficios de allegarse a este
escritor y personaje emblemƔtico de la literatura latinoamericana (Beneficios y Maleficios de Jorge Luis Borges, PƔg. 53).
El Humorismo,PÔg. 113, la frivolidad del texto de Las criadas, PÔg. 95, y colados, entre unas letras y otras, una compilación adecuada a la primera de las obras contenidas en este compilado, Las moscas, PÔg. 11, asà es como se constituye entre cada cuento una frase, un verso, un poema entero que hace referencia al movimiento de la vida, a la "insignificancia" con significado, por que Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas presencias lo han acompañado siempre, y tratarÔn otros los dos primeros. que Augusto Monterroso se ocuparÔ de las moscas.
No es casualidad que este libro haya llegado a las manos de quien hoy publica, a mi biblioteca, o a este blog, o a este espacio ideado para las reseƱas, y es que, si las moscas andan, y vuelven, y se quedan detenidas eternamente sobre las frutas de tu mesa, habiendo nosotros tomado la encomienda de ser sus traductores, justificamos tambiƩn nuestra vida eterna, escribiƩndoles los pensamientos.
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