Elogio de la mosca en el arte - Editorial Artes de México

Escondido tras la pared, apenas mostrando los dedos y en voz baja opino.

Sin etiquetas blancas con descripciones confusas impulsoras de sobreprecios, El arte es principalmente una cosa, el encierro ensimismado de un autor que, con intención o sin ella, crea objetos que transmiten (pocas veces en la intención original) lo que necesitamos sentir aquellos que disfrutamos de los resultados.

Creo pues, que el arte es el hijo del tiempo, una exploración de lo que, por motivos aun no descubiertos, sucede en la cabeza del que fuera hombre o mujer, y que auxiliado de alguna destreza, se transforma en arte y artista.

No me extrañaría entonces que muchas grandes obras vinieran del ocio, del tiempo perdido en el amor a lo que se ve y a lo que se construye con lo que se tiene, una transcripción de la observación, me extrañaría aún menos pensar que muchas de las más bellas obras nacieron de la práctica de quien, por fin de ser artista, puliera sus destrezas convirtiendo lo más ordinario (con el talento innato que no puedo explicar si no como milagroso) en maravillas.


Es la mosca acaba de nacer. / El huevecillo de donde salió / tiene historia y estirpe.
Horas contadas - José Emilio Pacheco

En un año de descubrimientos, no podría dejar de enumerar entre los más grandes, la bella recomendación de Babelio en español. Elogio de la Mosca en el arte, una edición mestiza de escritos, ensayos y poemas que justifican bien la intervención de ilustraciones y pinturas que realzan toda la colección que construye esta edición de Artes de México.

Una compilación en la que resaltan nombres que a través de la contemplación construyeron textos protagonizados por las moscas, se posan también en sus páginas grabados y pinturas que, a manera de ensayo, son acompañadas por el texto de Martín Monester para contarnos como es que en las artes plásticas se configuró una corriente que hizo del bicho un sinónimo de destreza, y su transformación en un testimonio de desgracias y supersticiones en el siglo XVII.

Prosa corta de Sabines, textos grandes con Monterroso, o la biografía de una mosca por Juan José Millas, en este último, la revisión científica-literaria (Articuento) de un diminuto matrimonio alado que cuestiona más lo nuestro, un soliloquio contemplativo desde afuera del frasco.

"Hay una relación increíble entre la masa somática y la energía sentimental. Una masa pequeña produce sentimientos pequeños". Dice Millas en su intervención.



Un corrido y dos matones, el placer infinito de matar que expone Salvador Novo y el arma de Hugo Hiriart, El matamoscas, de todos, mi favorito. Colgados de la hamaca en el verano, con el zumbido entre los libros o los piquetes de las moscas según sea su raza (Bernard Rusell) desprovisto de otro remedio, a la mano queda un matamoscas, del que Hiriart justifica su existencia alejándolo de la mera finalidad (Lógica) de matar moscas con un listado de características artísticas cuestionables del ineludible objeto. 


La vida corta y la marca histórica en la mosqueada política Mexicana a través de los Moneros, y para el extranjero, una versión compacta en inglés de todo el contenido que contrasta con el colorido ilustrativo de la amplia versión en español.

Elogio de la mosca en el arte, una compilación que cómo la colección de Andrés Blaisten (suplemento adherido al final del libro) eleva el mensaje del entendimiento del Arte, una búsqueda en lo olvidado, en lo minúsculo, en lo infinito.


La ingenuidad (Y el desconocimiento) me impulsa al goce de los detalles que minimizan cualquier obra, dibujo historias sencillas que me permiten insertar un aura milagrosa a todo lo que descubro, tal parece que no es esa sencillez de lo que se trata la creación del Arte, pero estoy seguro que es requisito mínimo para el disfrute de esta, Elogio de la Mosca en el arte es para mí la transcripción de la intrascendencia del tiempo y cómo puede compartir espacio con el ingenio, el absurdo visto desde los ojos del artista.

Y él se pregunta al terminar su siglo y su ciclo: / -De verdad ¿eso fue todo?
Horas contadas - José Emilio Pacheco


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